Estudiantes de la Secundaria Nº 14 de La Lucila del Mar reconocieron que el muñeco hallado frente a la casa de un docente formaba parte de una decoración escolar por Halloween, sin intención alguna de intimidación.
El hecho, que en primera instancia fue denunciado como una posible amenaza con características mafiosas, tuvo un giro inesperado tras la aparición de una publicación en redes sociales realizada por alumnos de la institución educativa. Según el testimonio colectivo, se trataba de un elemento decorativo de grandes dimensiones, armado con botellas atadas con cinta y bolsas negras, que había sido descartado por no tener espacio donde guardarlo.
“Estábamos en la semana de la estudiantina y nos tocó la temática Halloween. Hicimos muchas decoraciones, entre ellas muñecos con botellas atadas con cinta y cubiertas con bolsas de consorcio. Como nadie quería llevarse algo tan grande, un compañero lo arrojó en la calle, sin intención de nada más”, explicaron los estudiantes.
También señalaron: “Queremos aclarar que el muñeco es nuestro, pero nadie tiene intenciones de nada, y ojalá sepa que nadie lo busca”, en referencia al docente que radicó la denuncia. FM La Marea

La cadena de hechos
El hallazgo se produjo en la madrugada del domingo, en el frente de la vivienda de Nicolás Jesús Monje, docente y militante de derechos humanos, quien interpretó el objeto como un mensaje intimidatorio. La denuncia fue radicada en la comisaría de La Lucila del Mar, y dio inicio a una investigación bajo la figura de “averiguación de ilícito”.
Como parte del procedimiento judicial, se dispusieron consignas policiales en la zona, relevamiento de cámaras de seguridad y otras medidas de prevención. El hecho tuvo amplia repercusión en redes sociales y generó pronunciamientos de agrupaciones como H.I.J.O.S. La Costa, que interpretaron el episodio como un intento de amedrentamiento.
Que dijo el denunciante?
El riesgo de interpretar sin verificar
Más allá de que no hubo intencionalidad en la acción, autoridades policiales y educativas señalaron la necesidad de concientizar sobre el impacto de ciertos actos en el espacio público, especialmente en contextos de alta sensibilidad social.
El caso deja en evidencia la importancia de chequear la información antes de emitir interpretaciones públicas. Si bien el docente actuó en base a su percepción del hecho —y la preocupación fue genuina—, la posterior aclaración permite dimensionar la situación con mayor precisión.
El episodio también refleja cómo acciones impulsivas pueden derivar en consecuencias no previstas, tanto para quienes las realizan como para quienes las reciben. En este caso, además del temor inicial, se movilizaron recursos institucionales y fuerzas de seguridad en un contexto donde la información era aún incompleta.