En medio de semanas cargadas de tensión política y judicial, un reporte de operación sospechosa emitido por la Unidad de Información Financiera (UIF) puso en foco al principal asesor presidencial, Santiago Caputo, por movimientos financieros detectados en una empresa de su entorno.
Todo comenzó con una escena relatada en Radio con Vos por el periodista Ernesto Tenembaum, quien contó que una sociedad con un único empleado —Caputo— recibió 800.000 dólares entre abril y junio de 2025, sin antecedentes comerciales previos ni justificación documental clara.
“La empresa se llama Cefico… tiene un solo empleado: Santiago Caputo. Y de pronto entran 800 mil dólares. Es raro”, expresó Tenembaum.
El caso llegó a la UIF a través del sistema bancario, que registró las transferencias como inusuales. La empresa, en realidad llamada Zefico S.A., había sido creada por Pablo Costa, padre de Lucas Costa, amigo de la infancia de Caputo, y permaneció inactiva hasta su reciente reactivación.
Los fondos habrían sido transferidos por los hijos de Costa como parte de una supuesta donación familiar, aunque las declaraciones juradas previas no justificarían la disponibilidad de ese dinero. La situación generó sospechas dentro del sistema, y aunque no hay acusación formal contra Caputo, sí se inició un proceso de análisis en el organismo que debe supervisar este tipo de casos. Lo particular es que esa misma entidad —la UIF— está actualmente conducida por un funcionario promovido por el propio entorno del asesor.
¿Todo es parte de una opereta?
En este contexto, no faltan quienes minimizan la gravedad de las denuncias, hablando de “operetas” o “guerra sucia”. Pero los datos duros existen: reportes bancarios, declaraciones juradas inconsistentes, relaciones personales superpuestas con funciones públicas y sociedades que aparecen activas solo cuando el poder cambia de manos.
“Un hombre de Caputo debería investigar lo que pasa en la empresa que tiene como único empleado a Caputo”, ironizó Tenembaum, cerrando con tono de asombro: “Es más raro que la mierda esto.”
Mientras tanto, el presidente Javier Milei se mantiene al margen de estas situaciones en términos judiciales. Ninguna de las operaciones lo compromete de forma directa. Pero el entorno inmediato que lo rodea vuelve a quedar bajo la lupa, con una UIF que deberá probar su independencia en un caso que pone a prueba su credibilidad.