Mientras crece el fuego cruzado en la oposición local, los vecinos observan una escena repetida: nadie discute ideas, todos se disputan el control. ¿Quién se quedará con el sello de LLA?
En un clima político cada vez más espeso, La Libertad Avanza (LLA) en el Partido de La Costa atraviesa una interna feroz, donde abundan los carpetazos, las denuncias cruzadas y los silencios sugestivos. Lejos de consolidarse como un espacio nuevo, el movimiento libertario parece estar atrapado en las viejas prácticas que prometía dejar atrás.
En el centro de la escena está Roxana Cavallini, actual jefa política de LLA en el distrito. A su alrededor orbitan figuras con peso institucional como las concejalas Evangelina Cardone y Mónica Correa, ambas involucradas en denuncias públicas por presunto nepotismo. Pero el tablero es más complejo: también aparece el nombre de Oscar Prioleta (quien estaría intentando entrar a LLA con su grupo político).
Desde el entorno de Cavallini, algunos deslizan que el sector de Daniel López, hoy legislador de La Costa y residente en Mar del Plata (también según dicen), podría estar detrás de los movimientos mediáticos. Otros no descartan “manos amigas” del PRO, como Sergio Santana y Matías Porta, ambos señalados por operadores internos como posibles agitadores de la interna. Lo cierto es que los ataques provienen de varios frentes, y nadie asume responsabilidad por el fuego cruzado. Cuando decimos «nadie» es ningún protagonista o allegado. Pero en redes sociales si se publican documentos de los cuales nadie asume la veracidad de ellos. ¿Los recibos de sueldo publicados son falsos?, nadie responde esa pregunta.
“No nos vamos a meter en ese barro”, repiten los allegados a los protagonistas consultados para esta nota. En todos los casos, eligieron no dar declaraciones formales, pero el mensaje entre líneas es claro: la batalla está en marcha, y cada quien cuida su juego.
Lo más preocupante es que no hay claridad sobre la veracidad de las acusaciones. Por parte de la «jefa» de LLA La Costa sostienen que Ro esta indignada ya que «meterse con la familia y cuestiones tan bajas con quienes no hacen politica en un limite que ella nunca paso». Lo que se discute —más que proyectos o ideas— es quién queda más golpeado y quién logra salir menos manchado. La lógica de la vieja política, aquella de “no importa lo que se diga, importa que lo digan de otro”, parece haber vuelto con fuerza.
En este contexto, nadie habla de propuestas para los vecinos, de políticas públicas o de soluciones concretas. ¿Será que prefieren que la gente se aleje de la política? ¿Quién querría sumarse a una lista atravesada por peleas internas, mezquindades personales y operaciones cruzadas?
La disputa por el sello de LLA en La Costa es hoy mucho más que una cuestión partidaria: es el reflejo de una crisis de representación que erosiona la confianza pública. Si el único motor es el poder, sin programa ni convicciones, el verdadero daño no es entre dirigentes: es hacia la ciudadanía.
“Cuando la política se reduce a operaciones anónimas y peleas internas, pierde sentido para la ciudadanía. Si lo único que se juega es el poder por el poder mismo, no hay renovación posible. La gente no quiere más grietas: quiere propuestas, respeto y representación real.”