Nada de lo que ves es real: la campaña de Somos Buenos Aires y la democracia pixelada

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La campaña de Somos Buenos Aires fue creada 100% con inteligencia artificial. ¿Qué pasa cuando la política ya ni siquiera la hacen personas reales?

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En la Argentina de 2025, la política ya no necesita actos, ni militantes, ni siquiera ideas articuladas por personas reales. Basta una computadora, una buena conexión a internet y un modelo de inteligencia artificial. El último spot de campaña de Somos Buenos Aires —movimiento político emergente— parece confirmar que hemos entrado oficialmente en la era de la “democracia digitalizada”, donde la representación se terceriza… a los algoritmos.

El video, creado completamente con herramientas de inteligencia artificial, presenta paisajes generados por computadora, rostros inexistentes, voces sintéticas y promesas que flotan en un limbo entre lo aspiracional y lo ficticio. Es moderno, sí. Es eficiente, también. ¿Pero es real? Absolutamente no.

La política como simulacro

El uso de IA en comunicación política no es nuevo. Ya se ha aplicado en análisis de datos, segmentación de audiencias y generación de contenido en redes sociales. Pero lo que plantea este spot va más allá: no hay actores, no hay cámaras, no hay guionistas humanos. Lo que hay es una simulación estética de la esperanza.

Y acá es donde el problema se vuelve más profundo: ¿qué pasa cuando incluso el mensaje que intenta reconectarnos con la política deja de tener rostro humano? ¿Cuánto más puede soportar la democracia sin personas reales que la encarnen?

Del “síganme” al “síntesis”

En poco más de 35 años pasamos del carismático y polémico “Síganme, que no los voy a defraudar” de Carlos Saúl Menem —una promesa directa, personal, casi teatral— a un escenario donde ni siquiera el que te pide el voto existe. No es un actor, no es un candidato real hablando: es una voz creada por inteligencia artificial leyendo palabras escritas por una IA, mostrando paisajes y ciudades que no son ni Buenos Aires ni ningún otro lugar reconocible.

No hay mirada. No hay cuerpo. No hay errores. Y por lo tanto, no hay verdad.

¿Qué representa hoy la política?

En tiempos de apatía electoral, con niveles de participación a la baja, desencanto transversal con todos los partidos y una ciudadanía cada vez más escéptica, que el marketing político apueste por la inteligencia artificial es un síntoma más del colapso simbólico que atraviesa la democracia. Lejos de intentar recuperar el vínculo con el votante, la campaña de Somos Buenos Aires lo profundiza. Ya no solo los políticos parecen irreales: ahora el mensaje mismo se deshumaniza.

Votar en la era del simulacro

Este tipo de campañas plantean una pregunta incómoda: si todo es creado por máquinas, ¿qué responsabilidad humana hay detrás de esas palabras? ¿Quién se hace cargo? ¿Quién está dispuesto a dar la cara si todo sale mal?

Y lo más grave: ¿por qué seguimos tolerando que la política se convierta en un juego de espejos, en una producción audiovisual sin carne ni historia?

En un contexto donde la democracia necesita desesperadamente más participación, más vínculos reales, más diálogo, las campañas hechas por IA son la negación misma de ese camino. Son eficientes, sí. Pero profundamente vacías. Como si un holograma nos pidiera confianza.

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