Villa Gesell | ¿Ajuste mileísta, demagogia de campaña o responsabilidad social?

Frente al ajuste nacional, el intendente Gustavo Barrera tomó la delantera con recortes a nivel local. Congeló sueldos políticos y pidió más esfuerzo al personal municipal, mientras suben los impuestos y caen los recursos. ¿Medida necesaria o solución fácil que traslada la crisis a los de abajo?

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Gustavo Barrera, intendente de Villa Gesell, fue uno de los primeros en aplicar recortes a nivel municipal frente al ajuste impulsado desde Nación. Lo hizo cuando muchos aún evitaban tomar decisiones impopulares. Hoy, esa tendencia se replica en municipios del conurbano y del interior bonaerense.

Pero en Gesell, el ajuste llegó en simultáneo con otras medidas: mientras el municipio enfrenta una baja en la coparticipación y la paralización de la obra pública nacional, también se incrementan los impuestos locales. Además, se congelan los sueldos de los cargos políticos y se exige «un esfuerzo extra» al personal municipal.

El discurso oficial justifica las decisiones en nombre de la crisis y la prioridad de servicios esenciales como salud, educación y asistencia. Pero en los hechos, el impacto es concreto: se trabaja más, con menos recursos y sin mejoras salariales. ¿Es esto un gesto de conducción y sacrificio compartido, o un traslado del peso hacia quienes menos margen tienen para absorberlo?

El interrogante no es menor en una ciudad donde el Estado cumple un rol social clave. En un contexto económico dependiente del turismo, las pymes y los servicios, el aparato público muchas veces funciona como sostén del empleo local. Reducir sueldos o congelarlos de forma prolongada plantea un dilema: ¿se mejora la gestión pagando menos a quienes deben llevarla adelante? ¿O se corre el riesgo de desmotivar, perder talento y profundizar los problemas que se intentan corregir?. Y lo más terrible, ¿la gente que se va del empleo publico se reubicara en el sector privado?. Sin turistas y mayores costos de servicios e impuestos, ¿los comerciantes estarán dispuestos a tomar y formar nuevos empleados?

También surge otra pregunta incómoda: tras tantos años de crecimiento, recursos y obra pública, ¿no contaba la gestión local con herramientas más creativas o reservas suficientes para afrontar esta etapa sin trasladar la carga al contribuyente ni al trabajador estatal?

En medio de las especulaciones sobre una posible candidatura provincial —que Barrera desmiente—, el intendente insiste en que no dejará Gesell. «No hay ninguna oferta concreta, y el foco está puesto en gobernar en este contexto difícil», repiten en su entorno. Aun así, cada gesto se interpreta en clave electoral.

En tiempos de crisis, la austeridad suele instalarse como lógica incuestionable. Pero cuando esa lógica se vuelve estructura, el riesgo es que la salida rápida se transforme en modelo. Y que el esfuerzo no se distribuya, sino que recaiga —una vez más— sobre los mismos sectores.

Barrera no es el Eternauta. Y en Gesell, como en la historieta, queda claro que nadie se salva solo.

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